viernes, 6 de abril de 2007

EL TÍO BENNY Y SU OBSEQUIO DE PODER

De izquierda a derecha mis hermanos Javier, Guillermo, mi padre Sebastián, mi hermano Saúl y su servilleta, abajo mi hermana Carmela, mi madre Rosa y mi hermana Estela.


Antes de dedicarme al dibujo, trabajé en una armadora de automóviles, en la cual, mi tío Benito Guerrero ( que se había criado en E.U.A.), hermano de mi madre, era el gerente de esa armadora de autos, era un señor muy alto y fuerte, con un carácter duro y frío, cuando fui a verlo para pedirle chamba, estuve esperándolo un tiempo largo y cuando llegó, me vió y me dijo que pasara a su oficina, de inmediato me preguntó que de qué me gustaría trabajar, le aclaré que yo no tenía experiencia y me interrumpió preguntando que en qué había trabajado anteriormente, le contesté que en las oficinas de Ferrocarriles como archivista ( ya había ascendido), y él me replicó que en la planta iba a hacerme hombre ( yo tenía 17 años), y que mi sueldo sería de 300 pesos al mes. Acepté y pronto estaba trabajando de 7:00 a.m. a 6:00 p.m., el trabajo consistía en atornillar las puertas de los autos...atornillar, atornillar y atornillar todo el tiempo, por supueto que a esa edad y siendo como yo era, al tiempo la chamba era un tormento, el estar ahí encerrado me hizo pensar que si mi tío había trabajado en E.U.A., yo podría hacer lo mismo, poco después acudí con el secretario del sindicato que era amigo de mi tío, para pedirle permiso para faltar dos días, pues quería ir a la embajada de E.U.A. para rifármela allá, pero el secretario me dijo que sólo mi tío era el que podía darme permiso para ello, pero como ya era tarde esperé al otro día. A la mañana siguiente, en lugar de checar tarjeta me fui directo a la oficina del tío Benny, cuando estuve frente a él, se me quedó viendo y me preguntó que por qué no estaba trabajando, le conté de mi deseo de irme a los Estados Unidos, lo cual lo enojó mucho, me ordenó que me fuera a trabajar y que me dejara de locuras, decepcionado salí de su oficina y no sólo de ahí, abandoné la planta y me fui a mi casa.

De Izquierda a derecha, Ramón Guerrero hijo del tío Benny, su servidor y el tío Benito, con el tiempo me gané su respeto.

Ya en la noche mi tío fue a la casa de mi abuelo (su padre), que vivía en el departamento debajo del nuestro y me mandó llamar...bajé y me interrogó del por qué no lo obedecí, a lo cual le respondí que cualquiera de los trabajadores de la planta podía perdir permiso pero yo como era el sobrino del gerente no podía hacerlo, por lo que no me convenía seguir ahí, me insistió de que regresara pero me negué, al ver mi actitud se desconcertó y me ofreció un puesto diferente, pero volví a negarme y siguió insistiendo que hasta me subió el sueldo, pero para las pulgas de los González me rehusé, ya nunca regresé a la armadora y tampoco me fui a E.U.A. ( lo intenté como mojado, pero eso se los contaré en otra ocasión), así que tomé el camino del dibujante de historietas costara lo que costara, y así ocurrió el suceso más importante, el cual cambió mi vida 180 grados y ese fue cuando dibujé y trabajé para Editormex Mexicana, que era una compañía donde se publicaban sólo historietas; Cuando yo acudí a pedir chamba lleve dos tipos de trabajo, uno excelentemente realizado y otro como se estilaba en dicha editorial. La compañía estaba dirigida en primer lugar por Don Servero Torelli y su hermano Aldo Torelli el mismo que supervisó mi tabajo y me contrató ( es un decir, porque en esa época no se estilaba hacer contratos). En aquel tiempo (1954), pagaban $20 pesos por cartón que para esos tiempos era una buena lana. En mi primera semana realicé 50 cartones y mi paga fue de $1000 pesotes, ¡estaba feliz! y de inmediato fui al Hotel del Prado (donde trabajé ¿recuerdan?) a esperar que saliera de trabajar la que hoy es mi esposa, Hilda Loyo de González, en la espera, casualmente mi tío caminaba por ahí y al verme me preguntó que qué hacía en ese lugar, le contesté que esperaba a un amigo, se me quedó viendo de arriba a abajo y como yo iba vestido con pantalones de mezclilla que eran toda una novedad en esos tiempos, me preguntó que si tenía dinero, yo pensé que el lo necesitaba y le ofrecí prestarle algo, desconcertado nuevamente me recalcó que él no lo necesitaba pues era rico, pero a pesar de que era un tipo duro, se preocupaba por mí, y fíjense como son las cosa de la vida, como yo había cobrado en la mañana, tenía conmigo los $1000 pesos y le mostré el recibo, haciéndole ver que yo era dibujante y que acababa de cobrar. Con una actitud completamente diferente y de cierta manera orgulloso por lo que me pagaron ya que ni en la planta me hubieran pagado esa cantidad, me ofreció un restirador con su banco y toda la cosa para que yo dibujara y no gastara en este aditamento tan importante que se convertiría en una gran ayuda para mi desarrollo profesional, viendo el gesto sincero de mi tío, lo acepté y ese mismo restirador es el que actualmente usa mi hijo en el nuevo Estudio, para que la energía que se ha impregnado en su superficie, donde muchos cartones y dibujos han sido realizados, no se pierda y los ¡Ka-Boones! puedan heredar, ¡claro! si se llega a comprender una parte de la memoria histórica que en nuestro caso tratamos de conservar.

3 comentarios:

Blackpaco dijo...

¡Guau! Cómo me gustaría tener algo así de fuerte que poder dejarle a alguien, como si se pasara un pedazo de historia. Mi padre hace un par de años me heredó en vida, por decirlo así, su cámara fotográfica; una Nikon profesional con la que lo vi tomar fotos toda mi vida. Aunque ahora se usan las cámaras digitales y toda la cosa, yo quiero mucho esa camarita de 36 mm. y espero poder usarla como se debe un día d'estos.

Francisco.

Anónimo dijo...

Woaw Maestro Oscar Sir.

Realmente geniales son andanza, me da gusto saber que su familia se encuentre bien, su esposa y su hijo, Saludos desde Queretaro.

Oscar González Loyo dijo...

Muchas gracias.